viernes, 29 de junio de 2012

El Cairo. Sarmiento esq. Santa Fe. 16/06/2012. Cena

Basta con la mentira del LOMO. Sabemos que NO es lomo!

Si bien este es un mensaje para El Cairo, también lo es para tantos otros lugares, que se piensan que uno es medio dolobu y no diferencia un pedazo de lomo de un pedazo de cuadril. Pero a este tema llegamos un poco mas adelante.

Me llama la atención que el último post acerca de un lugar con problemas de personalidad (Reseña VIP), haya sido compartido con la misma persona. ¿Tendremos nosotros alguna necesidad patológica de elegir lugares para juntarnos que tienen problemas de personalidad?

La realidad es que no hay duda, en que se trata de un bar y no de un restaurante. Este clásico siempre fue conocido como el BAR El Cairo, no el restaurante, y eso no cambió. Como rosarinos que somos, la ambientación puede resultarnos confusa, ya que está muy arregladito para el concepto que tenemos de bar, y podemos confundirlo con un restaurante, y uno bien paquete. Pero la paquetería se termina cuando los individuales son de papel (posiblemente higiénico, juzgando por la calidad del mismo), blanco, plano, sin siquiera gastarse en imprimirle el nombre del bar.

La carta tiene un poco de todo, haciendo énfasis en el "poco". Habrá dos o tres picadas / tablas, sandwichería, unas 6 variedades de pizza, muchísimia publicidad (cuando vean la carta van a pensar que cocinan de todo, pero es tooodo propaganda), y como "plato" variedad de filet de pollo o "lomo" grillé o con salsas cremas varias (puerros, roquefort y demás).

Es costumbre en Rosario que los bares que quieren servir "platos de comida", usen esta mentira del lomo. El lomo es un corte de carne muy distintivo. No soy carnicero (sí carnívoro), ni ningún especialista, probablemente si me ponen un bife de cuadril y un bife de brazuelo, no sepa distinguirlo mas que por la forma, pero sí puedo distinguirles un bife de lomo de uno de cuadril. Esto es como la canción infantil.


"Juguemos en el bosque mientras el lomo no está, ¿lomo está?", y juegue tranquilo, no se preocupe que el lomo no va a venir. Y el mozo tampoco. Empiezo a preguntarme si no será parte de la estrategia de marketing de los lugares conocidos como los Clásicos Rosarinos: Para que disfrute su estadía, necesita pasar un tiempo mínimo de dos horas y media en el lugar, por lo que para que no se pierda esta experiencia en todo su potencial, la mitad del tiempo lo va a pasar buscando el mozo.

Yo entiendo que el lugar es grande, pero es un lugar abierto. Tengo la teoría de que hay un entrepiso abajo de la barra donde los mozos se esconden a jugar a las cartas mientras la gente los busca o espera su comida. Y para pedir la cuenta... bueno, mejor ni le cuento. Ahí sí entiendo la estrategia; usted se enoja porque el mozo no aparece por ningún lado, entonces cuando ve que por comer en un bar le cobraron como en un restaurante cuatro estrellas donde lo que le sirvieron SÍ fue lomo, no le resulta tan chocante.

CONCLUSION: Para toma café, tener una reunión de trabajo por la tarde, o sacarse fotos con una estatua del genio Fontanarrosa, quizás sea un buen lugar. Siempre igual tenga la plata a mano, y apenas le traen el café, pague, que si está apurado y tiene que esperar a que el mozo aparezca, va a llegar tarde. Para comer, muchas gracias clásico rosarino, pero yo paso.

viernes, 1 de junio de 2012

Macondo Social Club. Vera Mújica esq. Arenales. 23/05/12. Cena

La vuelta del blog es casi tímida, las ganas del autor de escribir (al igual que sus ganas de trabajar, de pagar impuestos, y un gran etcétera), se quedaron en las vacaciones. También el autor, al no ser un profesional en el asunto, está sujeto a la inspiración que le genere un lugar. Y simplemente hay lugares que lo inspiran, otros que no, y otros, como este, que generan una inspiración tímida, en vez de lo arrolladoramente inspirados que puedan haber sido otros posteos (vea el post de Taipei como ejemplo, del cual el autor toma mucho orgullo, considerándolo uno de sus mejores trabajos).

En el medio de lo que parece un barrio por el que no quieren caminar, pero a una cuadra de Francia y el Río Paraná, encontramos a Macondo. Una noche mexicana en un restaurante con sucursal en Brasil. Digamos que una mezcla interesante.

El lugar es, digamos, normal, de ambientación normal. Coqueto y diferente de lo que se ve en los alrededores del lugar.

La moza se presentó, nos trajo la carta, y nos ofreció también el menú del día (la comida mexicana). La comida, abundante, los nachos de entrada eran bien caseros, con algunas salsas. Aprecio además, para una noche mexicana, la música mexicana. Pero no mariachis... imagine comiendo al son de los mariachis. ¡Me pego un tiro antes de terminar la entrada! No soy fanático del pop, y menos del pop mexicano, pero hay que admitir que hacer una noche mexicana escuchando tango no logra el mismo efecto.

Tanto la atención como la comida fue muy buena. La moza se acercó a preguntarnos si estaba todo bien, o si queríamos algo mas para tomar cuando vio nuestras copas vacías. Nuevamente hay que hacer la aclaración de que había una sola moza para todo el lugar. Con cuatro mesas ocupadas, la atención puede ser excelente, sin embargo, la misma moza para atender un lugar lleno, debe hacer a una calidad de servicio muy diferente.

CONCLUSION: Una experiencia diferente desde la zona donde se encuentra el lugar, una atención que resultó muy buena, y una ambientación a tono con el menú (que uno quisiera creer que es algo básico, pero en muchos lugares no lo es). Yo planeo volver a probar algún otro menú.